Cabeza de pájaro

 

!Oye muchacho se te salen pájaros de la cabeza cuando cantas¡- me dijo ella en el parque. Vi mis pájaros volar por los árboles, me toqué la cabeza y tenia un agujero que sangraba. Alguien me había disparado, miré a mi alrededor y noté que ella escondía rápidamente un revolver en su cartera. Ahí le dije- ! Ajá tu me disparaste!- y ella dijo nerviosa- !mentira!- ocultando su cartera bajo la banca-. Se la quité de las manos y le mostré el revolver, lo abrí y le dije- mira justo falta una bala-. Nos pusimos a llorar juntos y ella dijo- lo siento, de verdad lo siento- y yo le dije- esta relación no puede continuar si me disparas en la cabeza – y ella me pregunto -¿por qué?- y yo le dije – porque tu eras uno de esos pájaros, ya no podré pensar más en ti-. Me levanté de la banca y vi a una mujer volando en cielo muy lejos de mi…

 

 

 

 

 

La cama

-Madre debo sacar mi cama de la casa
-No sacarás la cama de la casa
– ¿Por qué?
-¡Porque no!, vas a romper la puerta
-Pero si la puerta es grande
-¡Dije que no! ¡cabro de mierda!
-Déjame llevarme la cama- dije asustado
-¡Jamás podrás sacar la cama de la casa!
-¿Por qué?
– ¡No quiero!
No quería hacerle daño a mi madre, dejé la cama en el living y me fui a recorrer el mundo. Salí con un par de chicas, pero siempre que teníamos intimidad debía volver a dormir en el living de mi casa y extrañamente nuestra relación no funcionaba. Decepcionado del amor pasaron diez mil noches donde dormí solo, sin ninguna compañía. Un día conocí a una chica con un problema parecido al mío. Su padre no la dejaba sacar la cama de su casa.
-Cuando intenté sacar mi cama mi papá casi me pega- me dijo ella
Nos quedamos en la plaza mirando unas palomas, ella saco una flauta azul y comenzó a tocar una melodía triste.
-¿Cómo crees que podríamos sacar nuestras camas?- le pregunté yo
-mmm tal vez debamos vivir para nosotros y no para nuestros padres-dijo ella
– Pero es que amo mucho a mi mamá- le dije asustado
-Yo también a mi papá, pero jamás podremos amarnos si no nos dejan sacar nuestras camas- dijo ella muy segura
Ideamos un plan, ella a las 12 de la noche se presentaría en mi casa para robar mi cama, y yo a las 12 de la noche me presentaría en su casa para robar la suya. Así ninguno de los dos tendría el conflicto moral de desobedecer a sus padres. Cada uno entró a escondidas a robar la cama del otro. Me pasé por la ventana, caminé por el living y saqué las llaves de la puerta principal que ella me había dado. En eso escuche unos pasos y alguien me gritó desde atrás:
-¡Alto! ¿Quién eres tú? ¿por qué robas la cama de mi hija?
-Señor, yo simplemente buscaba un lugar para dormir- dije asustado
El viejo se enfureció y al verlo me petrifique, tenía mi misma voz, mi misma contextura, mi misma forma de ser
– ¿Tú eres yo?- le pregunte al viejo
-Si- respondió él
Salí corriendo, pasé a las 12 y media de la noche por la plaza y vi a mi novia llorando sentada en una banca y le dije:
-¿Qué pasó?
-Creo que yo y tu mamá somos la misma persona- me dijo ella
– Me pasó lo mismo con tu papá, estoy muy asustado- dije temblando
– ¿Qué haremos? – preguntó ella
– Tal vez es tiempo de entender que jamás podremos recuperar el paraíso perdido de nuestra infancia- respondí
– ¿Cómo fue tu infancia? –preguntó ella
– Una mierda ¿y la tuya?- dije mirandola a los ojos
-También- respondió ella
– Entonces. ¿tratamos de sanar nuestras heridas estando juntos, pensando que el otro con sus caricias y besos las curara? – pregunté yo
– Es probable ¿y si nos sanamos a nosotros mismos primero? – propuso ella
– ¿Y cómo lo haremos? No tengo dinero para un psicoanalista- dije yo frustrado
– Creo que cada uno tendrá que hacerse cargo de sacar su cama a pesar de que nuestros padres no nos amen más- dijo ella
– Tienes razón, juntémonos aquí con nuestras camas mañana a las 12 am- propuse yo
– sí, me parece bien- dijo ella

Fui a mi casa, me armé de valor, rompí la puerta, mi mamá gritaba múltiples amenazas pero yo no la escuchaba. Me llevé mi cama hasta llegar a la plaza, esperé a mi novia, dieron las 12 am pero ella no llegaba. Pasaron horas, días, meses, años, pero ella jamás llegó. A pesar de eso por alguna extraña razón me sentía muy bien con mi cama afuera de mi casa. Con el tiempo hice cosas que me gustaban como correr, jugar, dibujar o hablar con las nubes. Un día la vi a ella en el supermercado y le dije:
– ¿Por qué no llegaste a la plaza?
-Tu no llegaste a la plaza- respondió enojada
– Pero si yo te esperé años en la plaza- le dije
-Yo también- dijo ella
Reflexioné un momento y le dije:
-Tal vez no nos vimos porque ya no estábamos enamorados de nuestros padres
– Es lo más probable, ya que cuando sacamos nuestras camas dejamos de vivir para nuestros padres y empezamos a amarnos a nosotros mismos- dijo ella
– ¿Y porque nos podemos ver ahora? – le pregunté
-Creo que se debe a que nos sanamos- dijo ella
Caminamos de la mano por el parque y le dije:
-Mira ahí están nuestras camas-
-¿Quieres hacer el amor?- dijo ella
-¿En cuál de las dos camas?
– Juntémoslas y veamos que pasa

Nuestros corazones rieron y una estrella exploto en el cielo…582506-450-555.jpg

La mente

-¡María no abras ese cajón!
-¿Por qué Juan? ¿escondes algo?
-No lo habrás te digo
-Algo salió volando
-¡Por la chucha María te dije que no abrieras!
-¿Qué es lo que salió volando?
– Mi mente María, la encerré ahí para estar más atento, para dejar de pensar tanto y que nuestra relación funcione. Ahora tendré que salir a buscarla.
Salieron al patio y vieron que la mente de Juan se posaba en las ramas de los arboles imaginando metas imposibles. María lo vio a él totalmente perdido soñando con algo que no estaba, preocupándose por algo que aún no pasaba y no sabia si iba a suceder, miedos y proyecciones negativas del futuro.
-¡Despierta weón! Juan tenemos que recuperar tu mente
-Déjame tranquilo María, quiero seguir aquí soñando y perdido.
María se subió al árbol donde posaba la mente de Juan. Acercó sus manos a la mente pero esta a penas percibió su presencia revoloteó moviendo todo el árbol. María cayó al suelo y se rompió la cabeza.
-!María ! ¿estás bien?
-Me duele la cabeza, deja de hablar tan fuerte
– Ok
-!Que no hables te digo! siempre hablas fuerte, me duele la cabeza
-Arriba María, tengo que llevarte al hospital
Fueron al hospital y a María le hicieron una serie de exámenes en el cráneo. Como la mente de Juan estaba volando él se pasaba muchos rollos por los posibles catastróficos resultados médicos y por lo caro que saldrían los exámenes. También pensó en que podría perder para siempre a María por este incidente. En ese momento la mente de Juan entró al hospital y comenzó a destruirlo todo debido al miedo que él tenía. Revoloteaba de allá para acá, posándose donde le placía, era muy difícil de atrapar y aveces se hacía invisible. Juan a sí mismo se dijo:
«Si no atrapo mi mente el hospital será destruido y María no tendrá un buen tratamiento. Podría morir incluso» Se concentró en ese momento, su amor por María lo inspiró. Saltó sobre su mente sin que esta lo viera, dejó de pensar tanto en el futuro de la relación. Respiró tranquilo y relajado, deleitándose en la atención del momento. Tomó una bolsa plástica y metió su mente adentro, haciéndole un firme nudo.
María salio del pabellón y el doctor le dijo a Juan:
-Es solo un chichón, eso si le recomiendo a usted que guarde su mente lejos de su pareja y las personas que ama, porque podría hacerles daño debido a sus miedos. Ahora fue sólo un chichón, pero tal vez mañana sea un golpe en el corazón y eso es mucho más difícil de reparar.
– Si doctor, lo tendré en cuenta, voy a guardar mi inquieta y miedosa mente lejos de las personas que amo y de mi mismo para que no esté revoloteando y echando a perder todo. María lo siento mucho
-Tranquilo, eso si prométeme que guardaras tu mente en un lugar seguro
-Si, lo prometo

Imaginaria

Caminamos de la mano por la avenida, los hombres te miran disimuladamente, me hablas de tu día, yo te hablo de mi trabajo. Siento el olor de tu cabello y recorro con mis ojos tus labios. Una niña pequeña nos mira asombrada muerta de la risa. Yo le digo “hey ¿qué es tan chistoso?” y ella nos dice “está usted hablando solo”. Y así sin darme cuenta estoy de nuevo imaginando que caminas conmigo. ¡Otra vez estaba soñando despierto! Debo estar más atento al presente, la inatención es el camino hacia la muerte. Pero lamentablemente cuando camino por la ciudad me es inevitable pensar que estás aquí, sobre todo en aquellos días en que uno no sabe distinguir si está vivo o muerto…

Sangrando

Yo tenia un niño pequeño lleno de heridas que no paraban de sangrar. Todos los días, después de la escuela, el caminaba por un cementerio dejando caer la sangre de sus heridas a la tierra donde yacían los muertos. En uno de esos paseos tú lo viste, envolviste sus heridas con blancas sabanas, le diste un baño y un poco de comida. Cuando llegó a casa me habló de ti, yo le dije que tuviera cuidado, que no era bueno hablar con extrañas. Pasó una semana, un mes, un año y siempre se encontraba contigo en secreto. Luego un día lo vi lo llorando, sus heridas estaban más abiertas que antes. Me dijo que descubrió que hacías lo mismo con todos los niños que estaban sangrando… en realidad no con todos, solo con los que cumplían con ciertos cánones de belleza. Los niños son celosos dicen, quieren que los quieran solo a ellos, y eso no está bien. Traté de explicarle, pero el no entendió, le mostré las distintas iglesias del amor, con sus leyes y dogmas del afecto pero él no entendía, sus heridas no le permitían hacer del amor algo racional como tu pretendías. Un día el desapareció, abrí todas las tumbas del cementerio, pero no lo encontré. Fui a tu casa y te vi con él muerto entre tus manos, tomaste una bolsa de basura y lo envolviste para botarlo a la calle. “¿Qué pasó?” te pregunté y tu dijiste “nada, sólo no te quiero”. Me llevé el cadáver del niño, le hice un funeral pero ningún familiar fue. A él siempre le gustaba jugar con soldados por lo que tomé un arma para disparar al cielo en su honor. Cuando disparé al cielo caíste herida de lo alto de una nube y yo te dije “¿qué hacías en los cielos? ¿me estabas espiando?”. Me mostrarte tu pecho, te había herido con mi bala. Introduje mis manos en tu herida para sacar mi bala, pero para mi sorpresa no encontré ninguna bala, sólo encontré mis palabras de amargura dentro tu pecho. Fui sacándolas una por una lo más rápido que pude, pero ya era muy tarde solamente estaba soñando contigo. ¡Todas las noches tengo este mismo sueño mujer!… y despierto con mis ojos húmedos y el pecho apretado como una piedra. Pero lo doloroso no es la tristeza que me evocan el simbolismo de estos sueños. Lo más doloroso es cuando despierto, cada mañana veo un ataúd frente a mi cama que se abre dando una gran carcajada. Todos los días está ahí riéndose, pero nadie lo ve, sólo yo, ríe y ríe. Una sombra golpea desde su interior y me dice “¡Despierta, debes ponerte ansioso y cumplir! ¡Debes estar ansioso y cumplir tus obligaciones!”. Así sin más me levanto en la mañana y me hundo en la nada del trabajo y la rutina, pensando en quitar mis amargas palabras de tu pecho…
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¿Qué entendemos por epistemologías del sur?

Los dioses de los antiguos no eran invisibles, el mar era un Dios, la tierra era un Dios, el cielo era un Dios. Pero el dios cristiano es un recuerdo, no está aquí. No es material.

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Por Sir Arthur Frankgoic

Mucha gente está  buscando paz. Algunos se drogan el fin de semana, otros escriben, otros pitan y cantan. Muchos encuentran consuelo en disciplinas orientales o indígenas, es decir las llamadas epistemologías del sur. Lamentablemente su forma de actuar no tiene nada de budista o oriental, es más bien cristiana.

Se dice que las epistemologías del sur son las que salvaran al mundo ya que se basan en el principio de que todo lo que nos rodea es reflejo de nuestro mundo interior.  Es decir el ser humano es un microcosmos, y el macrocosmos que lo rodea es un reflejo de si mismo. Lamentablemente muchos occidentales nunca entenderán estas epistemologías, ya que lo hacen de forma cristiana o occidental.

Muchos cuando se cambian de religión toman la figura de Cristo y la cambian por la de Buda o la de la Pachamama. Así el mismo temor y la misma forma con que adoraban a Cristo la usan para adorar a deidades o dogmas traídos de oriente construyéndose así una relación de dependencia con estas deidades y no de armonía.

Por este motivo su sufrimiento no termina. Es decir que en el fondo siguen actuando y pensando de forma occidental. Actúan muy parecido a los católicos, también creen en la suerte, en símbolos, en deidades que no se pueden ver materialmente. La única diferencia es que le ponen a Cristo un nombre como Tao, kin maya, zen, etc…

Cuando un hombre no puede ver a Dios en un árbol está perdido. Si un hombre que se dice budista no puede verse a si mismo en un pájaro seguirá sufriendo. Los dioses de los antiguos no eran invisibles, el mar era un Dios, la tierra era un Dios, el cielo era un Dios. Pero el dios cristiano es un recuerdo, no está aquí. No es material, el dios cristiano es pura metafísica, ya no es el árbol, ni la montaña, no es la tierra. El dios cristiano es un recuerdo encadenado a un libro de dos milenios.

Al tener dioses invisibles el ser humano vive en un estado permanente de hipnosis. Le da más valor a sus problemas imaginarios, nunca vive el presente, ni disfruta el momento, ya que lo más sagrado y espiritual, es decir Cristo, es un dios invisible. Su sistema económico, el capital, tampoco es material, a un papel le dan el mismo valor que a un alimento, siendo que le papel no te lo puedes comer. Todo es especulación. Un montón ceros y unos en un computador pueden causar hambrunas y guerras en países enteros.

 No es de extrañar entonces porqué occidente siempre vive en un estado permanente de ansiedad o depresión. Para que occidente recupere el verdadero significado de lo sagrado debe entender que el amor a Dios, es el amor hacia el mundo. Debe entender que todo lo que ve a su alrededor es parte de si mismo. Debe entender que dios es de carne y  hueso.  Dios no es metafísica, no es pensamiento, es acción.

 

El patriarcado y el dolor somático

 

“Hay dolores en la vida tan grandes como el odio de Dios” decía el poeta Cesar Vallejo. A veces en nuestra rutina no enfrentamos a gran cantidad de estrés y ansiedad. Cuando esta energía no es canalizada suele causar dolor en distintas zonas del cuerpo.

A veces nos duele el estómago, el pecho, la garganta, la espalda o la cabeza.  Diversos factores relacionados con la alimentación influyen en el dolor. Consumir café, tabaco y azúcar en exceso contribuyen a tener más energía para cumplir con nuestras obligaciones laborales. Consumir alcohol o marihuana en exceso contribuye a relajarnos más para quitarnos el estrés de la semana.

Todas esas sustancias consumidas de forma excesiva producen diversas enfermedades. Detrás de ese consumo hay un paradigma y una psicología de vida impregnada hace siglos en la mente de las personas. A este paradigma le llamamos patriarcado. El patriarcado es la negación de mí mismo para ser aceptado por la sociedad. Su arma es la culpa. La culpa genera dolor en el cuerpo cuando sentimos que no nos esforzamos lo suficiente o mejor dicho, no nos negamos a nosotros mismo lo suficiente para ser aceptados por los otros.

Esta aceptación puede venir desde un niño que quiere que sus padres lo amen y en vez de pintar estudia matemáticas. Va desde el joven que se esfuerza por invitar a salir a una amiga indiferente.  O bien en el cumplimiento de normas y exigencias laborales para ser alguien importante. Todas estas situaciones destrozan el alma humana y producen dolores somáticos alrededor del cuerpo. Estos dolores crecen enormemente gracias a las sustancias adictivas que usamos para cumplir con nuestras rutinas.

Cada punto de equilibrio de nuestro cuerpo sostiene emociones y sentimientos. Hay mucha información no regularizada respeto a que significa cada dolor del cuerpo y suele confundir más de lo que ayuda. Pero lo que sí sabemos es que estos dolores son estimulados por situaciones externas a nosotros que no podemos controlar a las que le ofrecemos una patética resistencia, producto de nuestra vanidad: querer controlarlo todo.

A veces la persona que debió amarnos no lo hace, a veces se nos muere un ser querido, a veces nos forzamos a nosotros mimos para amar a alguien, a veces alguien no hace daño, etc. Cada vez que pensamos en esas situaciones o nos enfrentamos a esas situaciones el dolor de algunas zonas del cuerpo se vuelve cada vez más grande.

La cultura del esfuerzo patriarcal dice que podemos hacer un plan para que nos amen. Usamos el mismo principio que usaba el hombre prehistórico cuando por medio del su esfuerzo fabricaba una mejor lanza para cazar animales y defender a su tribu de otras, lo que garantizaba la sobrevivencia.  Nosotros pensamos que esforzándonos lograremos lo que sea, incluso esforzándonos de manera que nos negamos a nosotros mismos.

Cuando muere un ser querido la cultura patriarcal hace que esta persona, aunque no es te viva, viva en nosotros como un vigilante que no nos permite desarrollar la vida con más goce y placer. Como la persona está muerta nuestro esfuerzo consiste en castigarnos a nosotros mismos, negando la vida, viviendo con culpa, porque no queremos el muerto se vaya, no aceptamos que el muerto es un muerto y ya no está.

Así cada vez que nos esforzamos por amor, para que un muerto vuelva, por una rutina laboral de mierda, por controlar las cosas externas nos desesperamos y nos enfermamos. Los nervios poco a poco se aflojan, los usamos tantas veces dándole cabida a esos estímulos externos y pensamientos que rompen nuestra tranquilidad.  Ideamos un plan para cambiarlos a ellos y no a nosotros mismos, por lo que esas conexiones nerviosas se echan a perder.  Ahí surgen los dolores, algunos llegan a ser crónicos.

La solución para estos dolores es simple. Evitar los estímulos externos que nos generan dolor: como una pareja, amistades toxicas, gente desconsiderada, un ambiente laboral estresante, el recuerdo de un muerto, el recuerdo de un desamor. Incluso objetos o elementos que el inconsciente reconoció como parte de una emoción conflictiva: redes sociales, celulares, computadoras, lugares, músicas, etc…

Dependiendo de cada situación debemos realizar un ritual por el cual nos comprometemos a olvidar estas cosas por las que nos esforzamos y nuestra salud empeoro. Puede ser una carta que quemamos, puede ser bloquear a alguien que no hizo mucho daño, puede ser un largo viaje u ordenar nuestra pieza que es un reflejo de nuestra mente. Todas estas herramientas nos permiten borrar el pasado y abrir la vida hacia cosas nuevas que nos hagan sentir bien sin un esfuerzo de negarnos a nosotros mismos y traicionar nuestra propia esencia. Para después volver a realizar nuestra vida de forma armoniosa y natural.

¿Amor libre o hedonismo libre?

«El amor libre garantiza tener abrazos, sexo, contención y mimos para soportar nuestra miserable vida sin el reto de conocernos a nosotros mismos y a nuestra pareja» 

Por Lord Carlos Williams

El amor depende del conocimiento, mientras más conozco a alguien más le amo. Lamentablemente nuestra sociedad no tiene tiempo ni espacios que permitan la autobservación y el conocimiento real de nosotros mismos y la pareja.  Así el amor libre se nos presenta como una nueva forma de amar en una cultura donde no hay tiempo para amar.

Generalmente cuando volvemos del trabajo a el hogar y tenemos algo de tiempo libre lo primero que hacemos es descansar y relajarnos distrayendo nuestra mente de forma ociosa, en redes sociales, series de Tv o música. Estas actividades las podemos hacer con nuestra pareja. Incluso nuestra pareja puede ser otra forma de ocio. Lamentablemente estas actividades no suelen fortalecer el conocimiento mutuo.

A todo esto, hay que sumarle que vivimos en una cultura de lo inmediato, queremos todo altiro y a lo que le dedicamos tiempo queremos que nos dé goce y placer altiro. Lamentablemente para conocer a alguien y  amar  alguien se requiere una enorme cantidad de tiempo, mucha paciencia humildad  y una dedicación enorme. Uno no conoce en una tarde de netflix a una persona, ni en 10 salidas a comer, ni siquiera en un año. Incluso hay matrimonios que no se conocen. Generalmente lo que llamamos pasión es solo una sublimación de nuestro estado de soledad producto de una rutina laboral miserable.

Hoy en día en la cultura de lo inmediato no podemos conocernos a nosotros mismos, ni mucho menos a nuestras parejas. Por ellos tantos matrimonios o parejas jóvenes que se van a vivir juntos fracasan al año. No se conocen, porque no tienen el tiempo para hacerlo. El hombre contemporáneo vive en un estado de ansiedad permanente, no vive el presente, no tiene tiempo.

Al no haber tiempo para conocer no hay tiempo para amar. Al no poder amar entendemos por amor al enamoramiento o pasión que surge de la sublimación de nuestras miserable y solitaria rutina laboral.

Así como no somos capaces de amar vivimos en la fantasía de los primeros meses de noviazgo. Un ejemplo es el típico caso de una mujer que es insegura y con poca valoración. Ella al no conocerse tiene un novio dominante y egoísta que le da seguridad. La soledad de ambos y su tristeza contribuyen a que este infierno parezca un cuento de hadas debido a lo intenso y emocionante que es romper el muro entre dos personas. Cuando la química de esto termina, las relaciones dejan de funcionar.  Toda su relación no es más que una sublimación de su poco amor propio.

Si esta mujer no se da el tiempo de conocerse a sí misma lo más probable es que otra vez intentará tener pareja y lo mismo le volverá a pasar. Así   como el corazón está herido por la posesión, los celos y las peleas el amor libre llega para salvarla.

El amor libre garantiza tener abrazos, sexo, contención y mimos para soportar nuestra miserable vida sin el reto de conocernos a nosotros mismos y a nuestra pareja. Es el amor de la cultura de lo inmediato, no hay peleas ni celos. Solo está el goce, dormir abrazados, ir al cine.  El amor libre dice: “Somos libres para amar dentro del capitalismo”.

Para amar alguien necesito tiempo para conocerlo profundamente, saber de sus sueños, sus miedos, sus penas y alegrías. Los seres humanos somos seres infinitos nuca terminaremos de conocer a alguien ni a nosotros mismos. Por lo mismo el amor no podría acabarse si lo que conocemos nos gusta. Entonces ¿es factible tener que emprender la tarea de amar a dos personas al mismo o tiempo si ya con una persona me agoto? ¿Es sincero hablar de amor libre, cuando no hay tiempo para amar a nuestras parejas, sino más bien solo hay tiempo para pasar un rato agradable? ¿Por qué le llamamos amor a nuestro hedonismo que nos permite escapar de las rutinas laborales miserables? ¿Por qué llamarle amor a la sublimación de nuestra soledad?

El capitalismo es tan cruel que nos quitó el amor. Pero al mismo tiempo necesitamos estar con alguien para sobrevivir a las lógicas de producción estresantes. Para ellos tenemos el amor libre, una especie de soltería sexual activa. Construimos lazos afectivos con algunas parejas sexuales, podemos formalizar eso si queremos, ponerle reglas, podemos incluso ponerle una moral al amor libre. Pero al no haber tiempo para conocernos el amor libre tanto como las relaciones formales está condenadas al fracaso.

El amor solo puede surgir desde una mente tranquila y contemplativa. No desde la ansiedad y lo inmediato. El amor es paciencia, porque para conocerse a uno mismo requerimos amor propio. Solo así los noviazgos no serán la sublimación de nuestra soledad anterior. Luego con esa misma paciencia y contemplación debemos conocer a nuestra pareja y desde ahí amarla de acuerdo a como se dan las cosas y el consenso entre ambos. Solo el conocimiento nos hará libres, y sólo así nuestro amor podrá proyectarse y trascender para mejorar las condiciones de vida de la clase proletaria.

El cine chileno: Un huérfano que cree que llorando va a cambiar el mundo

Por Arthur Short  Frankgod

En Latinoamerica necesitamos urgentemente construir un imaginario social desde el guerrero. Para ello necesitamos un cine heroico, las victimas pasaron de moda.

Los cineastas construyen historias que configuran el imaginario colectivo de una sociedad. Hay dos tipos de historias en el cine: las que quieren que el mundo siga igual y las que quieren cambiar el mundo.

Un cineasta que quiere cambiar el mundo no se queda solo con el registro de la clase trabajadora explotada. No se queda solo recogiendo testimonios y planos de la contaminación ambiental. El cineasta que quiere cambiar el mundo ofrece soluciones, dialoga con poetas de otras épocas, lee mucho, vive mucho.  El cineasta que quiere cambiar el mundo toma la figura del héroe, del guerrero, no de las víctimas, ni los huérfanos.

El cine chileno es aburrido porque es el cine de las víctimas. Es el cine de los huérfanos. Es un cine que se lamenta una y otra vez.  Es un cine que habla de las violaciones a los derechos humanos, la violencia del sistema neoliberal o el negocio de las universidades. Es verdad que hay que hacer siempre conciencia de estos temas. ¿Pero será correcto hacer cine sólo desde la victimización? ¿No será mejor que también hagamos un cine desde lo heroico?

Estados Unidos logró colonizar a gran parte del mundo gracias a la industria cultural, imponiendo valores, ideas y moralidades. Gracias a los efectos especiales, la inmediatez, el fetiche y lo cool que atacaban a las pulsiones relacionadas con la ansiedad. Así la clase trabajadora se convirtió en una clase de consumidores.  Hoy en día el imaginario que construye el cine chileno a la clase trabajadora es la figura de la víctima. Vemos cine de como un grupo de nazis golpea a un joven homosexual, todos los años sale un documental sobre la dictadura. Lamentablemente el imaginario social que creamos en la clase trabajadora es la figura de la víctima. La violencia al pueblo se naturaliza  y todos sabemos que una víctima no sabe pelear.

Un cine que piense a la clase trabajadora como guerreros es mejor que un cine que ve a los trabajadores como víctimas. En las películas de Akira Kurosawua tenemos marcada la presencia del guerrero. Ahí un samurái usa su cuerpo como arma- cuerpo que todos tenemos para entrenar- y lucha de forma bella por lo que él cree justo. Tenemos doctores que luchan por cambiar el mundo desde su espacio cotidiano. Tenemos niños huérfanos obligados a la prostitución que logran salir de eso y convertirse en héroes. Tenemos campesinos muertos de hambre que deciden levantarse y aprender a luchar. En Kurosawua tenemos el paso desde el arquetipo del huérfano hacia el arquetipo del guerreo. Y lo más hermoso es que Kurosawua lo hace de forma realista.

Lamentablemente el neocolonialismo norteamericano contaminó el arquetipo del guerrero con el héroe Marvel. El héroe Marvel   es más cercano al marine estadounidense que al samurái. El guerrero Marvel tiene mucho dinero, tiene poderes sobre humanos, vuela, dispara misiles. Al guerreo Marvel le disparan 50 árabes con ak- 47 y todos tienen mala puntería. Todo eso no es real y no deja ninguna enseñanza de vida más allá de la entretención.  Al mismo tiempo el guerreo Marvel no busca cambiar el mundo, no luchan contra el hambre, no lucha contra la prostitución infantil o el cáncer. Luchan para mantener un orden social que ya gobierna. Lucha contra «el terrorismo».

Los cineastas chilenos con su cine de las victimas han naturalizado la violencia del sistema capitalista.  Las víctimas no saben luchar, sólo prenden velas o marchan de vez en cuando. Las victimas mientras sean victimas no son agentes de cambio. En latinoamerica necesitamos urgentemente construir un imaginario social desde el guerrero. Para ello necesitamos un cine heroico, las victimas pasaron de moda. Necesitamos héroes, médicos, profesores, estudiantes, gente común que dentro de su cotidianidad la mostremos como agente de cambio, no como víctima.

Para lograr eso hay que tomar en serio el cine. El cine es un arma poderosa, es tan poderosa como la poesía en los tiempos de la Grecia clásica, o los rituales Chamanicos de nuestras culturas precolombinas. Gracias a que la poesia en grecia y el ritual en America fueron tomados en serio esos pueblos lograron trancender y vivir de forma mas armoniosa que nosotros.

Ya comprendiendo la importancía del cine debemos atrevernos a hacer un buen guión que construya un imaginario social desde el guerrero. Para ello los realizadores debemos observar nuestra vida cotidiana, sincerarnos y preguntarnos: ¿pongo a prueba mi ética en lo cotidiano realmente? ¿saludos a mis compañeros? ¿si veo a una compañera llorar me hago el tonto? ¿actuó yo como un agente de cambio realista en mi vida cotidiana? ¿no será que sólo me dedico a reclamar como un niño a los poderes gubernamentales que me oprimen, pretendiendo cambiar el sistema social desde arriba  antes que a mí mismo?.

Si los corazones de las personas no cambian ningún sistema socialista funcionara.  Al no ser capaces de actuar como guerreros en nuestra vida cotidiana, en nuestras acciones y pensamientos, no podremos ver el guerrero que hay en el profesor, en el medico o  en un estudiante. Y  por lo tanto seguiremos despontenciando a la clase trabajadora mostrándola como una víctima del sistema. De este modo el cine chileno seguira siendo un cine de los huérfanos que lloran mucho, huerfanos que nos conmueven y hacen conciencia de un problema enorme, pero no que  cambian el mundo.

Toby y la flor

Estaba Toby y el hombre y ambos quería conocer la flor. El hombre arrancó la flor, la llevó a su laboratorio la dividió en pedacitos, tal cómo hacen los críticos de literatura con un poema, y creyó saber todo de ella, pero Toby le dijo “el objeto que crees haber apreciado no es sino la suma de las abstracciones y no el objeto mismo”. Toby un perro metacientífico penetró directamente en la flor misma, se convirtió en flor, sintió lo que era florecer, la lluvia, el sol, el fuerte viento que lo acariciaba y la muerte de la flor en el frió invierno. Luego despertó, y comenzó a pintar la flor que florecía del inconsciente, que no estaba en la flor ni en él.  Y así descubrió que la relación sujeto objeto era ilusión, por algo nunca había logrado captar su Yo y le dijo adiós a la dualidad.

“La realidad no puede ser alcanzada mediante la disección, por eso el artista utiliza una tela y un pincel y trata de crear a partir del inconsciente, si la flor florece de su inconsciente es una nueva flor y no una imitación de la naturaleza”

La cita es de D. T. Susuki

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